Ella, como mujer, era mala. Era jugadora compulsiva. Era corrompida por sus anhelos constantemente. Y nadie lograba detenerla jamás. Escuchando sentada en su butacón de color verde vómito su canción favorita de AC/DC, “The Jack”, Mara tenía entre manos un extraño juguete nuevo. Un juguete que la miraba. Aunque sería más correcto decir que las cavidades oculares vacías y oscuras tenían la inclinación apropiada para parecer que observaba a la mujer. La cabeza de la anciana Sara Smithson reposaba al lado de las de los gemelos neonatos, o mejor dicho ya difuntos, Gerardo y Yago Cardona. Así como las del resto de hombres y mujeres, niños y niñas, que Mara se dedicaba a coleccionar. Sin duda una curiosa afición. O tal vez no tanto teniendo en cuenta quién era ella.
Porque la hermosa y siniestra Mara era la mismísima muerte. Levantó los brazos y una curiosa figura se dibujó en sus manos. Una guitarra.
Jaime era un joven de poco más de veinte años, aunque nunca había sido capaz de determinar exactamente su verdadera edad. Era curiosamente menudo, desgarbado y despistado, además de no ser un muchacho extraordinariamente hermoso. Era un tipo normal, y lo aceptaba. Le gustaba, mejor dicho. Y se hallaba pensando en lo referente a ello cuando su hermano Mario lo interrumpió de sus cavilaciones.
-Levanta el trasero de la silla, perezoso-la ronca voz de Mario acabó de despertar a su lento hermano. Jaime obedeció silenciosamente, cohibido por la presencia del hermano menor-Pareces tontito, de verdad-agregó Mario, con desdén, mirando a Jaime de arriba a bajo- ¿Con esas pintas de idiota redomado piensas salir a la calle?
Jaime se miró en el cristal de la ventana de la oficina. Los tejanos le apretaban bastante, pero no le sentaban mal a su parecer. La camiseta era perfecta, con el bello lema de “Rock and Roll ain’t no pollution” y la ilustre imagen de su guitarrista favorito, Angus Young, gritando tan gloriosa frase al cielo. Pero para Mario, eso era una blasfemia para la moda y el sentido común. Suyo y de todo el mundo, por supuesto.
-Por suerte-respondió el mayor, sin haber, ni por una miserable milésima de segundo, perdido la sonrisa-Mi discutible gusto a la hora de vestir me hace soñar que tal vez tenga suerte y no siga toda mi vida peinándome como si fuera Manolo Escobar ni riéndome con los patéticos chistes de Chiquito de la Calzada. ¡Dios sabe que eso sí es un crimen contra el buen gusto!
Mario le devolvió la sonrisa, mas como siempre, la del chaval no era como la del hombre joven. Era una sonrisa burlona, hiriente. Y que funcionó. Con la cabeza gacha, Jaime prácticamente abandonó la oficina arrastrando los pies por el pasillo, recibiendo sonrisas y miradas de sus compañeros iguales a las de su hermano.
Rock and Roll train is (C) by Layla
(aunque el nombre se base en una canción de AC/DC. Las canciones y personalidades son propiedad de si mismos, yo solo poseo los derechos sobre la obra escrita xD "aunque me encantaria que Angus y AC/DC estuvieran bajo mi control....")