lunes, junio 8

Lucero

Una luz titilante en el final de camino. Avanzó. Respiró. Tomo de la mano a la oscuridad y siguió avanzando. La luz tembló unos instantes.
-¡No te apagues, por favor!-rogó la niña, desesperada. Entonces, como si la hubiera oído, la luz permaneció inmóvil. Incluso se intensificó. Siguió caminando, y la mano de la oscuridad tomó el color de la carne.
Pero, ¿cómo podía saber que ese era el color de la carne si había sido ciega toda la vida? Al levantar la cabeza, no solo vió una piel, si no unos ojos verdes y una melena azul, junto a una sonrisa salpicada de pecas.
-Majestad, ¿qué haceis recojiendo a una pobretona de la calle?-murmuró con desagrado el estirado elfo. La niña se encogió, asustada. Mas el soberano la abrazó tiernamente.
-Es una elfa como tu y yo, Oysa. Y tiene un nombre precioso, seguro. Yo me llamo Thyrone. ¿Y tu, pequeña?
-Yo...Yo...No tengo nombre-masculló, apenada. Oysa se agachó para mirarla a los ojos.
-Eras...Ciega-constató, no pregunto. La niña asintió asustada al recibir tanta luz, al ver esos extraños rostros. Thyrone le acarició la cabecita.
-¿Y que ha sido lo primero que has visto, pequeña?
La niña sonrió alegre.
-¡Una preciosa luz matinal!
-Hete aquí a nuestra pequeña y preciosa Lucero, Lucette, que vino de la tiniebla a la luz-anunció el rey, amablemente. Lucette sonrió. Se sentía inmensamente feliz.

.............
-Lucette-gimió lloroso el rey, que se cubría el rostro angustiado con las manos-Emmelin...Emmelin...
-Lo sé, majestad, lo sé. Pero ahora, nuestro precioso pajarillo será feliz, no lo dudeis.

Vainilla

-¡Waah!Qué bien hueles, hermanita. ¿Qué es?-preguntó el joven semielfo, mientras olisqueaba el aire, intentando reconocer el delicioso olor. Mientras, su hermana, que lo había adoptado como tal, le trenzaba el largo cabello plateado. Aprobechó su buena posición para abrazar de improvisto al muchacho, al que se le escapó una risa alegre.
-¡Te pillé!-rió Reira, abalanzándose sobre su querido hermano y haciéndole cosquillas por doquier, mientras este luchaba por respirar entre carcajadas-Adivina de que es mi perfume.
Azhian se sentó, acomodado en el sofá y logrando escapar del agarre de la humana.
-¡Vainilla!-exclamó, sonriente. Reira lo premió con una de sus reconfortantes sonrisas, pero fue interrumpida por la llamada imperiosa en la puerta.
-¡Ya voy!-murmuró, entre risas, la joven mujer. Azhian, desde su privilegiado asiento, pudo comprobar qué ocurría. Un enorme ramo de rosas precedió a un hermosísimo hombre elfo de pelo azulado. Reira se sonrojó, y despidiéndose rápidamente del semielfo, se marchó con su enamorado.
La habitación seguía oliendo a vainilla.

....
El rey Thyrone se hallaba saludando a Abigail, mientras Azhian, Zell, Dellios y Barend miraban aburridos el convite al que los había arrastrado su maestro. Una fiesta de cumpleaños de una niñata de la realeza. Azhian maldijo para sus interiores a toda la raza de orejas picudas. ¡Malditos inmortales!¡Maldito rey elfo!
Pero entonces, su línea de pensamiento quedó interrumpida. Había una muchacha observándolo, enrojecida como un tomate. Y entonces, volvió a notar aquél olvidado hacía ya tiempo olor. Vainilla.
-Vuelve con tu madre y tus hermanos, princesa Katherine...-sugirió Thyrone, abrazando a su hija menor. No sin antes volver a observar a Azhian, admirada y ruborizada, la princesa elfa obedeció.
-Interesante...-musitó el joven semielfo, viendo como la chica se alejaba-Muy pero que muy curioso...

Veneración

Evelyn miró a su novio, enfadadísima.
-¡Deja de mirar!-lo regañó, tirando de su manga. Matthew gruñó, hastiado de la actitud infantil de su acompañante.
-Evelyn, callate de una vez.
-¡Deja de mirar a esa zorra!-insistió de nuevo. La otra chica levantó la vista. Sus ojos verdes se clavaron en los azulados de Evelyn.
-¡Te conozco!-gritó Matthew, alegrandose por tener una excusa para alejarse de Evelyn y de sus niñerías-¡Eres una de las amigas de Virgile!¿No?
-¡MATT!
Evelyn enrojeció de ira, y a pasos agigantados, se acercó a ellos y se agarró al brazo de su pareja. Por otro lado, la otra chica sonrió alegremente, burlándose descaradamente de la idiotez de Evelyn y del desespero de Matthew.
-Te recuerdo-tarareó, canturreando alegremente-Te metí un gol hace quince años, ¿verdad?
-Katherine-llamó una voz femenina, alegremente-Hora de cenar.
-¡Voooooy!-mirando a Evelyn, se acercó al muchacho y le plantó un buen beso-Ven a verme más a menudo, ya sabes, por los viejos tiempos. Traete a la morena contigo si quieres, en mi castillo siempre será bienvenida...Porque no tenemos nada que ocultarle,¿verdad?-con una extraña risita, la elfa se retiró hacia el interior del castillo.

Días despues, Matthew consigió librarse de Evelyn.

....
-Eso fue mi primer beso, ¿lo sabías?-se burló Matthew, cogiendo a su princesa por la cintura, mientras esta intentaba escapar de su agarre, colorada.
-¡Tuviste suerte que fuera yo, y no esta niñata!-sentenció ella, orgullosa. En ese mismo instante, divisó la figura amada y ya no tenía ojos para nadie más. Matthew suspiró.
-Lástima que quien te salvara de ese sitio no fuera yo...

Embriaguez

-¿Y cuál es tu nombre, muchacho?-soltó entre risitas la mujer, mientras contaba el dinero que su compañero le había tendido. Este, olisqueando asqueado su copa de vino, la lanzó contra el suelo, haciendo que la mujer se asustara.
-No te he pagado para que hables.
La mujer lo miró, confusa por unos breves instantes, e hizo amago de besarlo. Dellios se rascó la incipiente barba, pesaroso por el mal entendido, divertido por la reacción de la prostituta. Le había gustado verla asustada. Sonrió, dejando que su apestoso aliento a alcohol envenenara el aire, como una toxina más en tan oclusivo lugar.
-Te he pagado para que me escuches, mujer-tomó un sorbo directamente de la botella de vino y se encendió uno de sus más preciados puros-Mi nombre es Dellios... Y mi adorada mujer acaba de morirse en mis brazos mientras se dirijía al altar.

......
-¡¿Quieres casarte conmigo, Aretha?!-bromeó Dellios, agitando el brazo alegremente hacia la chica, que lo miró con asco.
-¿Quién querría casarse con un vago y borrachuzo supuesto hombre?-protesto la rubia.
Dellios se quedó mirando la copa medio vacía de vodka, con una triste sonrisa grabada en los labios.
-¿Quién querría casarse conmigo?...¡DAPHNE!¡Cásate conmigo!
Y la rueda vuelve a girar.

Miopia

Zell se miró en el espejo. De frente, de perfil, de espaldas y de reojo. Cerraba el ojo izquierdo y su vista era impecable, perfecta, como cada día. Pero el ojo izquierdo no era un buen chico. Ni por asomo. Ni tan solo podía ver su rostro bien definido en el cristal si prescindía de la ayuda del ojo derecho. Suspiró.
-¿Zell?-preguntó Dellios, mirando burlón a su amigo-Si sigues así romperás el espejo con tu fea cara.
-Muy gracioso-gruñó el aludido, tirándole de la oreja a Dellios-Tráeme un chuchillo de cocina.
-¿Vas a cortarte la coleta?
-Voy a arrancarme el ojo izquierdo.
A Dellios de le escapó la risa. Rió como nunca en su vida, mientras Zell esperaba pacientemente a que su compañero le trajera lo demandado.
-Sácatelo con una cuchara, no te...

.....
Zell sonrió, satisfecho por las caras de asombro de Myron y Colin. Asombro o miedo, tenía buena vista, pero no sabía interpretar las caras.
-Y así perdí el ojo, y por ello soy el francotirador número uno.
Echó a ambos muchachos de la sala. Cuando la abandonaron, Dellios posó su robusta mano sobre el hombro de Zell.
-¿Y al final, hoy has utilizado la cuchara,no?
Zell se levantó el parche, y su ojo marrón miel centelleó alegre ante la afirmación.
-Mañana será un chuchillo