domingo, febrero 14

Matthew.Far away

-¡Deja de mirarme!-rugió, escondiendo su rostro entre los brazos. Matthew le acercó el paraguas, con una suave sonrisa.
-¿Cómo dejar de hacerlo, si estás chorreando agua por todas partes?-rió, alegre-Por cierto, bonitos encajes.
Katherine se levantó del frío banco, acercándose amenazadora al pelirrojo.
-¡Eh, cálmate!
-¡Vuelve a mirarme y te juro que te arranco los ojos con una cucharilla de café!
-No quiero acabar como Zell, gracias-a pesar del inminente peligro, Matthew seguía tentando su suerte-Y mucho menos quiero perderme esta bonita visión. ¡Alguien tan mayor y usando ropa interior de conejitos!
-¡No son conejitos!-lo alcanzó al fin, resoplando.
-¿Ah, no?-preguntó, interesado-¿Y qué son?
-Vete a la mierda, moscón.
Matthew la agarró del brazo. La sonrisa completamente borrada.
-Qué te ha hecho...-no era ni tan solo una pregunta. Apretó la presa, al notar que ella no contestaba-Princesa...
-¡Nada! ¿Qué quieres que me haya?
-¡Estas llorando!-instigó Matthew, zarandeándola. Katherine se las apañó para librarse del agarre, poniéndose en una postra erguida, se apartó los mechones húmedos que le tapaban los ojos, chocando su oscuro mirar con el verdor más claro del muchacho. Sonrió quedamente. Incluso con dejes de burlonería marcados suavemente sobre la derrotada mueca.
-¿Te importa?-lo apartó a un lado, mientras hacía severos esfuerzos para no perder los zapatos en el barro. Caer en ese momento sería, como poco, patético-Yo me lo he buscado, Matt. Que no se te olvide.
-Pero a mi...me importa. Mas de lo que debería-comenzando a seguirla.
-¿Te ha explotado tu propia dinamita en la cara?-sin parar la carrera, esbozó una media sonrisa-¡Cómo me gusta que los hombres me sigan!
-Siempre lo haré, si es necesario-sentenció él, solemne. Logrando que Katherine parara.
-Eres un cutre y un cursi repelente-lo regañó, ensanchando el alegre gesto.
-Posiblemente. Pero a tí te gusta que sea así-se burló Matthew.
Los ojos de Katherine se abrieron en desmedida.
-No te metas en una guerra que no puedes ganar. Ni apuestes algo que no estas dispuesto a perder.
-¿Algo más que la...?-la burlonería se acrecentó, pero el fino dedo de la que una vez fue princesa rozó su divertido gesto, sellándolo, acallando la diatriba a la par que el sonrojo en el rostro de Matthew aumentaba preocupantemente.
-Temo que ahora no logro distinguir tu cara de tu pelo-se rió, risueña. El jove sonrió, tomó el rostro de ella entre sus manos y se acercó a esta tanto como pudo, contagiándole el sonrojo.
-Al menos ahora distinguirás mis dientes.

La estampa lo molestaba. De nuevo, esa niñata gozaba del aprecio y cariño de aquello que antes lo había preferido a él. Siempre estaba en medio de su camino. ¿Cuánto iba a tardar en caer ese peón?
Zéphir se impacientaba

Katherine.Sweet Dreams

Sweet Dreams, they came too fast...And in the end they go too far... They fall and fall and then they swallow you...Sweet Dreams they may finally kill you...

-Papá-la sonrisa de la elfa era genuina. Se abrazó al cuello del rey, y este le devolvió el gesto. El monarca le acarició el cabello torpemente, lleno de alegría.
-Me llena de satisfacción verte tan feliz, mi pequeña-observó a los pequeños que correteaban persiguiendo la pequeña Alice al mayor, Caín. Los cabellos de color platino de ambos chiquillos brillaban bajo las hermosas luces de la sala.
-¡Mamá! Alice no para de seguirme-decía entre risas Caín, mientras su hermana menor lo perseguía con un antiquísimo vestido de su madre en las manos.
-¡Seguro que estarás guapísimo con él puesto, Caín!- reía Alice, con los ojos verdes brillando con picardía.
Mientras decían esto, los niños se dirigieron a la salida de la sala, perdiéndose entre los corredores, la princesa bajó del regazo de su padre y avanzó hasta la figura que se mantenía algo alejada de la escena. Tomó su mano y redirigió sus pasos de nuevo ante Thyrone. Bajó la cabeza, ruborizada, mientras su acompañante le devolvía el apretón de la mano y deslizaba esta hacia su cintura, agarrándola con suavidad.
-Presiento que algo me tenéis que decir-rió el rey, mirando a ambos.
-Enhorabuena, majestad-la grave voz de Azhian se hizo patente, a la par que su presa entorno a la elfa crecía en intensidad y fiereza-Vais a volver a ser abuelo.
El rey sonrió aún más.
-¿Es eso cierto, pollo?-preguntó, entusiasmado, a su hija, que había levantado la cabeza y asentía tiernamente, acurrucada entre los brazos del que una vez había sido su maestro y ahora marido. El rey se levantó para darles a ambos un sentido abrazo-Me alegro muchísimo, hijos míos. Apuesto a que la más contenta con el asunto es Alice. Cuidado con ella, seguramente acabará por emocionarse más de la cuenta y tendrás que recluirla hasta que nazca el bebé-bromeó, besando la frente de Katherine con sumo mimo-Tendrás que cuidarla mucho y dejarla descansar...otros nueve meses.
El joven medio elfo sonrió.
-No podéis dudar de ello, majestad. Lo haré tan cuidadosamente como hasta ahora.
La princesa rió.
-Mientras no saque el carácter de su abuela...
-¡Mamá, papá!-reía Alice, arrastrando a su hermano, que estaba ataviado con el pomposo vestido con el que la niña antes lo había perseguido-¡¿A que está guapo?!

Sweet Dreams, they come to an end...Sweet Dreams they are only lies...
Katherine abrió los ojos. Los grilletes se habían clavado firmemente contra su tosca piel, dejándole unas preciosas señales. Una belleza muy irónica, pensó amargamente la mujer. La música sonaba sin piedad, atravesando su mente, sus deseos, sus anhelos, sus sueños truncados. Los sueños no son más que horribles patrañas del subconsciente.
La delgada y fuerte mano de Azhian le levantó la barbilla, con una suavidad que rivalizaba con la que solía utilizar con ella cuando fingía quererla.
-Y el precio de la desobediencia es...
Dark loneliness that takes my only hopes...Sweet Dreams, they trapped me deep down. Deep down your eyes. Deep down your arms. Sweet Dreams, I can't scape...