viernes, septiembre 25

Thyrone.Monarquía

by alice
Sí a los niños que han de ser soberanos algún día, se les cría abandonándolos. ¿Cómo se educa a un padre para soportar tal dolor?
Sencillamente, el hecho de ser padre los alecciona a elegir lo mejor para sus hijos. Y como consecuencia, a sobrellevar las decisiones con indulgencia. O bien la reina decide, y el rey obedece.
Thyrone, el gobernante del reino de Rhea, reposaba con los parpados ligeramente entrecerrados. Los últimos días habían sido agotadores. Los señores de los feudos de todo el país llegaban a expuertas desde todos los rincones, indignados. No era ningún secreto de que había tiranteces entre los señores feudales, y que la relación se había ido erosionando paulatinamente al largo de siglos de convivencia. Pero el monarca intuía que la bolsa pronto reventaría, y lo haría en sus propias narices. Milagrosamente, había logrado convencer a los feudos que poblaban el norte del reino de que siguieran exportando alimentos a los campos de entrenamiento, en las tierras pirineas. Una cosa menos, pensó aliviado. Pero los problemas no terminaban ahí. Un grupo exaltado de elfos había asaltado un pueblo de las afueras del reino, cerca de la frontera de los pueblos humanos, dedicados a las labores de la pesca y el comercio. Y había sido muy oportuno, pues eso provocó discrepancias con los pueblos costeros, que se sintieron gravemente humillados ante tal atrocidad. Decididos a alzarse en una revuelta, heridos en su propio ego. Sin embargo, nadie prestó atención a los supervivientes. En aquel momento Nabfiz, el consejero de su majestad hizo acto de presencia.
-Majestad-se inclinó en una respetuosa reverencia- Me tomaré la libertad de cancelar las visitas que quedan por hoy, su majestad debería descansar.
Thyrone contempló con amistosidad al hombre de mediana edad que se postraba ante él.
-No Nabfiz, los señores feudales me esperan. Y es mi deber, como monarca, complacer sus expectativas. En la medida de lo posible, por supuesto.
El hombre sonrió, indulgente.
-Como vos deseéis, majestad. Venía a comunicaros que la corte a sido favorable a vuestra propuesta. Hoy mismo me pondré en marcha para tenerlo todo dispuesto en pocos días, majestad.
El monarca suspiró.
Estaba cansado, aunque realmente sorprendido ante la noticia. La corte elfa estaba compuesta por los miembros más sabios y antiguos de este mundo. El hecho de que hubiesen aprobado su propuesta era algo inaudito. Cabe añadir que como en todas las cortes, había diferentes puntos de vista. Y no es de extrañar, pues tras siglos de vida han tenido mucho tiempo para reflexionar sobre lo ocurrido. Las mentes más cerradas y conservadoras habrían hecho arder la casa de acogida, con los humanos dentro. Sin embargo, la gran mayoría aplacaron su sed de venganza hacía años, depuestos a dejar sus rencores a un lado. Entristecidos, al verse obligados a contemplar como la sangre de muchos de sus hijos y hermanos se derramaba sobre la tierra, solo para sembrarla de más dolor e hambre. Sencillamente, se alegraba de que su longevidad hubiese servido para su propósito. Pues creía firmemente en que un niño ha de criarse libre y feliz. Excepto si se trataba de sus propios hijos, pues la carga que debería sospesar sobre sus hombros necesitaba de una vida entregada a la rectitud y el deber. Pero eso era algo que no debía pensar en aquel momento.
-Es una noticia excelente, Nabfiz-una sonrisa afloró en su pecoso rostro- Estoy seguro de que elaboraras una gran tarea como director.
-No dude de ello, su majestad-volviendo a inclinarse, desapareció por la gran puerta.
Thyrone volvió a reclinarse sobre el trono, exhausto. Necesitaba unos placidos momentos de tranquilidad para recuperarse. En aquellos momentos, su mente no dejó de revolotear. Intranquila. La cara pecosa de su preciosa hija se plasmaba en sus retinas, como hierro ardiente.
-Tu madre sabe que es lo que te conviene, hija mía-susurró, deseoso de liberarse del sentimiento de culpa que tantas otras noche le había asechado- Yo confío en ella. Deberías también hacerlo tú…
Sus susurros fueron acallados. La puerta volvía a abrirse.

lunes, septiembre 21

Zéphir.Soledad

Somehow, I'm still waiting for you to know,
to noctice me.
Somewhere, your smile is being for another
Still waiting, I just hope the shadows
won't eclipse this words as al...

-¡Zéph!-a tan animoso grito, entró en la sala Lucette, tirando sin querer las partituras en las que el joven príncipe se hallaba trabajando. Este se enfureció unos instantes. Y ella lo notó, tensando involuntáriamente todos sus músculos y alertada ante la estampa. Luego, Zéphir se relajó.
-¿Qué quieres, Lucette?-preguntó amablemente el muchacho. La elfa se repuso al instante del susto y volvió a sonreir-Si sigues con esa preciosa mueca, me dejarás ciego, princesa.
Lucette rió. Y le tendió la mano a su hermanastro. Él la tomó, con el corazón latiéndole demasiado rápido para su gusto, con la sangre acumulada en sus pálidas mejillas. Pero fueron cinco segundos los necesarios para que esas reacciones se congelaran para siempre en la mente del semielfo y se negaran a salir nunca más.
Un precioso anillo dorado reposaba en el dedo de su hermanastra.
-¡Estoy prometida!¿No es fabuloso?

Y, en aquél instante, Zéphir podía jurar haber oído cómo su corazón se rompía en mil pedazos.

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I just hope the shadows
won't eclipse this words as always
But they did,
they'll do it again
And I'll be all alone
-Zéphir dejó reposar la hermosa guitarra blanca y negra en el colchón de su cama. Las viejas partituras estaban rotas, y le había costado una barbaridad reconstruirlas. Pero allí estaban. Y con dos preciosas notas.
-Oh, Zéph, estás enamorado?Quién es la afortunada?-firmaba L
-Esta tia es tonta-rugió Zéphir, imaginando perfectamente a la joven elfa en los brazos de su "maridito elfo". Y entonces, reparó en otro tipo de letra.
La suya.
-Una canción para los olvidados.

Emmelin. Carcelera

texto by Alice

La reina miró con sorprendente indulgencia al bebe que reposaba en la cuna real. Una cuna esplendida, hecha con la mejor madera del reino. Y decorada con todo de lazos blancos, pues antes de que naciera, nadie sabía que el heredero del reino iba a ser una niña. La recién nacida respiraba profundamente, y a pesar de que lo normal sería pensar que dormía, la reina estaba segura de que no era así. Instinto de madre, quizás. Ese pensamiento la hizo sonreír cínicamente. Ella, madre. Dos términos que jamás hubiese puesto juntos, ni en sus más delirantes sueños. Pero así era.

Miró por la ventana, una vista espléndida del reino caía a sus pies como una alfombra de luces desplegadas sobre un manto oscuro. Y allí estaba ella, en la cima del mundo. Orgullosa, digna, triunfante. Todo lo contrario que su madre. Una mujer débil, que se dejó arrastrar por un hombre cruel hacía un infierno en vida. Viéndose degradada cada día como basura, sin atreverse a levantar la cabeza por miedo a otro puñetazo. Hasta que al final, acabó oliendo como la basura, y llegó su fin.

Un leve jadeo interrumpió sus cavilaciones, y se odió por ello. Hacía mucho que no pensaba en su madre, y no estaba dispuesta a volver a pensar en ella. Los errores, es mejor olvidarlos. La niña empezó a llorar, un llanto leve, casi inaudible. Como si temiera despertar la ira de su progenitora. Pero insistente e irritante. Lady Emmelin miró con desagrado la elegante cuna, y aunque no estaba en sus planes, cogió en brazos al pequeño bebe, que inmediatamente dejó de llorar. Una niña caprichosa, una gran virtud si iba acompañada de grandes ambiciones. Sonrió ambiguamente ante tal pensamiento.

Dejó a la pequeña heredera en su trono blanco, e avanzó hasta la puerta. Un leve rumor tenía preso al suelo, sacudiéndolo como si una tropa de soldados caminase por este con todo su arsenal. Abrió la puerta, lo suficiente para que su ávido ojo confirmara lo que sus orejas ya le habían advertido.

Lady Pellean, como hacía que la llamasen, estaba en medio del gran salón del trono, impartiendo órdenes. Aquello parecía un hervidero, pues docenas de criados salían y entraban a su vez por el gran portón. Dando la sensación de estar atrapado en un mar de carne. Mientras los más hábiles se descolgaban por las paredes, en un intento desesperado de colocar los adornos en el sitio adecuado para que la madre del rey estuviese satisfecha. Emmelin rió ante su ignorante pensamiento, aquella mujer nunca estaba conforme con nada. Tenía suerte de tener un hijo tan comprensivo.

Como si la simple mención de su nombre la hubiese alertado, buscó disimuladamente hasta dar con él. Una figura esbelta, alta y proporcionada observaba los grandes cambios del salón con aplastante parsimonia. A pesar del gran bullicio que se cernía sobre él, no parecía alterado. Sino más bien, tranquilo. La tranquilidad de ese hombre a veces resultaba irritante, y solo dos veces le pareció irresistible. La primera, el día en que aceptó ser su esposa. Y la segunda…Desvió la mirada hacía la niña que dormía, esta vez sí, profundamente. Sonrió, una locura no puede acabar mal si sabes como llevarla.

Se inclinó sobre la cuna, dejando que su cabello alborotado por el parto cayese sobre los pliegues de la cuna. Era un milagro que aún durmiese con todo el alboroto que había fuera. Templanza y sangre fría. Eso no podía ser un error.

-Tú estas destinada a lo más alto, a ser poderosa. Y yo me encargaré de que lo seas. Te lo prometo…Tu meta, el mundo entero.



viernes, agosto 28

TAL.dot.A

-Tala. El nombre de nuestro mundo, antes conocido como planeta Tierra. El nombre actual fue formado hace dos mil quinientos cinquenta y ocho años, cuando la catástrofe desatada en el país antiguamente conocido como Estados Unidos de America el 1 de agosto del año 2086. Dicho acrónimo, porque TALA no es más que eso, conta de tres siglas de significado conocido y recordado, las tres primeras letras, procedentes del ya extinguido idioma inglés. T se corresponde a Totally, totalmente-los ruidos del bolígrafo de su alumno lo interrumpieron un segundo, y observó, orgulloso, cómo el chiquillo tomaba unos buenos apuntes-A significa Anihilated, aniquilada. L entonces es Land, o tierra. Quedando así como Tierra Totalmente Aniquilada.
-¿Tierra totalmente aniquilada?-preguntó el niño, asombrado- Si es así, ¿cómo es posible que...?
-¿Sigamos con vida?¿Formemos reinos prósperos?¿Peleemos cómo babuinos?-replicó casi instantáneamente Rupert, el maestro-Sencillo pero genial. El acrónimo hace referéncia a la destrucción del mundo tal y como se conocía. Y a la mutación de la raza que se autodenominmó "rey". ¡Cerdos humanos, eso eran!-rugió el hombre, que enmudeció al ver la cara asustada de su pupilo-En fin. Todos nosotros no somos más que los descendientes de los afectados por aquél virus. Un virus letal que cambió nuestras vidas. Los que no murieron perpetuaron la espécie, y las mutaciones se mantuvieron hasta hoy en día.
-¿Entonces...?
-Los humanos son el vestigio genético de los cerdos que dejaron a la población esxpuesta ante la amenaza.Los líderes mundiales y sus familias. Abandonaron a todos. Huyeron. Y por ello, ahora estan siendo castigados. Si no, mira a los hombres de las tierras del oeste, ladrones y pilluelos. O los del este, caballeros esclavizados bajo las botas de los elfos y enanos.
-Elfos...-masculló el niño, tocándo sus orejas semipuntiagudas con tristeza.
-Los enanos, formados en su origen tras la mutación que afectó a los niños que sobrevivieron a la enfermedad.Fueron realmente desafortunados. Dejaron de crecer de repente, y su desdicha se prolongó a la par que su longevidad. Actualmente un enano común puede llegar a vivir de media quinientos años. Y no les es agradable, te lo aseguro.
-¿Y los elfos?-insistió el niño.
-Ellos fueron les verdaderos afectados. Y los más desgraciados. Fueron más bellos. Fueron bendecidos con ello. Pero a la vez, fueron maldecidos por la eternidad. Dicen que la muerte los repudió por ser demasiado hermosos, o quizás por simple despecho, el caso es que los primeros elfos sufrieron grandes shocks emocionales. Sus cuerpos cambiaron de forma horriblemente radical. De un día para otro, dejaban de aparentar diez años para pasar a verse como gentes de diecisiete años. Y lo mismo al llegar a los noventa y nueve. Una forma adulta que se mantenía por toda la eternidad...A no ser que se arrebataran ellos mismos la vida o los mataran, pues el tiempo, la enfermedad y la muerte no hace mella en ellos. Y eso los hizo desdichados. Y enloquecer.
-Y este mundo está en sus manos...-musitó el chiquillo, serio.


>>Y la última A se corresponde a...



Prologo de Tales of Tala. Titulado TAL (dot) A

jueves, agosto 27

Rock and Roll Train

Ella, como mujer, era mala. Era jugadora compulsiva. Era corrompida por sus anhelos constantemente. Y nadie lograba detenerla jamás. Escuchando sentada en su butacón de color verde vómito su canción favorita de AC/DC, “The Jack”, Mara tenía entre manos un extraño juguete nuevo. Un juguete que la miraba. Aunque sería más correcto decir que las cavidades oculares vacías y oscuras tenían la inclinación apropiada para parecer que observaba a la mujer. La cabeza de la anciana Sara Smithson reposaba al lado de las de los gemelos neonatos, o mejor dicho ya difuntos, Gerardo y Yago Cardona. Así como las del resto de hombres y mujeres, niños y niñas, que Mara se dedicaba a coleccionar. Sin duda una curiosa afición. O tal vez no tanto teniendo en cuenta quién era ella.
Porque la hermosa y siniestra Mara era la mismísima muerte. Levantó los brazos y una curiosa figura se dibujó en sus manos. Una guitarra.


Jaime era un joven de poco más de veinte años, aunque nunca había sido capaz de determinar exactamente su verdadera edad. Era curiosamente menudo, desgarbado y despistado, además de no ser un muchacho extraordinariamente hermoso. Era un tipo normal, y lo aceptaba. Le gustaba, mejor dicho. Y se hallaba pensando en lo referente a ello cuando su hermano Mario lo interrumpió de sus cavilaciones.
-Levanta el trasero de la silla, perezoso-la ronca voz de Mario acabó de despertar a su lento hermano. Jaime obedeció silenciosamente, cohibido por la presencia del hermano menor-Pareces tontito, de verdad-agregó Mario, con desdén, mirando a Jaime de arriba a bajo- ¿Con esas pintas de idiota redomado piensas salir a la calle?
Jaime se miró en el cristal de la ventana de la oficina. Los tejanos le apretaban bastante, pero no le sentaban mal a su parecer. La camiseta era perfecta, con el bello lema de “Rock and Roll ain’t no pollution” y la ilustre imagen de su guitarrista favorito, Angus Young, gritando tan gloriosa frase al cielo. Pero para Mario, eso era una blasfemia para la moda y el sentido común. Suyo y de todo el mundo, por supuesto.
-Por suerte-respondió el mayor, sin haber, ni por una miserable milésima de segundo, perdido la sonrisa-Mi discutible gusto a la hora de vestir me hace soñar que tal vez tenga suerte y no siga toda mi vida peinándome como si fuera Manolo Escobar ni riéndome con los patéticos chistes de Chiquito de la Calzada. ¡Dios sabe que eso sí es un crimen contra el buen gusto!
Mario le devolvió la sonrisa, mas como siempre, la del chaval no era como la del hombre joven. Era una sonrisa burlona, hiriente. Y que funcionó. Con la cabeza gacha, Jaime prácticamente abandonó la oficina arrastrando los pies por el pasillo, recibiendo sonrisas y miradas de sus compañeros iguales a las de su hermano.

Rock and Roll train is (C) by Layla
(aunque el nombre se base en una canción de AC/DC. Las canciones y personalidades son propiedad de si mismos, yo solo poseo los derechos sobre la obra escrita xD "aunque me encantaria que Angus y AC/DC estuvieran bajo mi control....")

martes, julio 21

Myron.Lluvioso

-Nunca sacaremos nada bueno de ti,niñato malcriado-le reprochó su padre, cerrando la puerta de mala manera, dejando al niño perplejo.Este,jugaba con el Estellor -un aparato con forma de bote que servía para enviar cosas al otro lado del rio sin tener que cruzar un puente, que se amarraba con cuerdas- ignorando las duras palabras de Lord Scorpius. Myron miró a sus clónicos hermanos y hermanas. Todos eran como su padre. Y por tanto, todos lo despreciaban. Eran fríos, rastreros, maliciosos y ambiciosos. Incluso la más pequeña, Sally, era como ellos. Y eso que solo tenía tres años.
-¿Cuál ha sido mi crimen hoy, Hector?-preguntó sin levantar la vista de su Estellor en miniatura. Su hermano menor le asestó una dura mirada y le arrebató el juguete. Myron se quejó silenciosamente, a la par que el niño agarraba el juguete, furioso.
-¡Has vuelto a ir a casa de nuestra tía sin permiso!
-¿Y qué? Es MI familia- sollozó Myron- Ellos me quieren.
-¡Deja de llorar, nenaza!-lo azuzó Meltha, otra de sus hermanas, que le arrebató el Estellor a Hector y lo lanzó contra el suelo, rompiéndolo en pedazos. El resto de hermanos comenzaron a reir, esperando la típica reacción de su hermano mayor: llorar a mares, como siempre hacía. Myron se acercó sin hacer el menor ruido a su juguete, recogió las astillas y las lazó al balcón, dejando que se confundieran estas con las gotas de lluvia que caían del triste cielo. Alcanzando a sus hermanos, les propinó, uno a uno, un sonoro bofetón.
-A mi esto me despertó de la pesadilla. Lástima que vosotros ya no podeis despertar.
Dicho esto, abandonó la habitación. Esa fue la única vez que Myron tuvo que enfadarse con sus hermanos. Porque, desde ese mismo instante, abandonó el castillo.

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-Cooooooooooooooliiiiiiin-llamó Myron, alegremente. Su amigo o miró un instante y apartó la vista, colorado de vergüenza al ver a Myron con un pañuelo rosa en la cabeza y una auténtica macedonia sobre esta.
-¡Me das vergüenza ajena!-dijo el niño, riendo de buena gana-Vamos, seguro que en tu casa Matt y Karai te están esperando.
-¡Sí!



PS: Myron se pronuncia (míron) y Karai (kárai)

Bird in the golden jail 3

Cuando volvió, Lady Emmelin aún seguía en sus quehaceres con la nobleza. Estaba claro que la había echado de menos...Ojala fuese así siempre, pensó alentada la joven princesa. Lucette la sonreía desde lejos, ya que la reina la había obligado a ir con ella. Zéphir estaba claro que no. Si por él fuese, la incinerarían viva. Ni siquiera la miró cuando esta ocupó de nuevo su sitio al lado del rey. Katherine sabia que el deseaba ese lugar y todo lo que ello comportaba. Y de buen grado se lo hubiese entregado todo, ¡allí mismo!
Suspiró cansada. Pero no podía ser, con aquella reunión se había sentenciado a una muerte lenta y dolorosa, alejada de lo que otros pudiesen considerar vida. Se sobresaltó levemente cuando notó la firme mano de su padre posarse sobre su hombro. El rey le indicó que lo siguiera, disculpándose ante los nobles que habían acudido rápidos, como aves de rapiña al notar la presencia del rey cerca.
Dejó a un lado los pensamientos sobre aquel hombre, para centrarse por completo en su padre. Aún estaba resentida con él, no lo perdonaría. Y se iba a empeñar en hacérselo ver. Acudieron al estudio donde el rey recibía la visita de los más allegados. Al entrar vislumbró a un hombre, trajeado. Su pelo era comparable al negro cuando se ha oxigenado profundamente.
-Es Abigail, mapete-aclaró el rey, cuando este la cogió la mano para besarla.- Un gran amigo.
-Mucho gusto-murmuró la elfa, con una sonrisa forzada-¿Requerías de mi presencia, Thyrone?-añadió, mordaz. Así le dejaba claro que en aquellos instantes, ni lo consideraba ni su padre ni su rey.
-Tenéis mucho carácter, majestad-añadió entre risas Abigail- Sois el vivo retrato de vuestr...
Thyrone estaba situado detrás de la princesa, por lo que pudo hacerle señales a Abigail para que no continuara. El final podría ser terrible si terminaba la frase.
-¡...de vuestra abuela!-concluyó Abigail, entusiasmado. Intentando remediar su metedura de pata. El rey suspiró intranquilo.
-Mapete-empezó el rey- Quería que lo conocieses, pues a parte de mi, es el hombre mas sabio de nuestro reino. Siempre que necesites ayuda, estará encantado de prestártela.
-Muy bien. Empecemos pues. ¿Cómo me libro de esto?-pensó, amargamente la princesa. Pero se tragó sus palabras para cambiarlas por otras de no mejor educación-En qué alta estima se tiene usted, padre. Vuestra sabiduría equiparada a la de un gran sabio. Me sorprende vuestra falta de modestia. Con todo mi respeto-el inciso aclaró que de respeto, no sentía ni una pizca hacia los dos hombres-me encantaría saber en qué puede ayudarme el maestro Abigail que no pueda...-de repente, se le iluminó el rostro de felicidad-¿Significa esto que despides a la pesada de Labelle? ¿Que tengo nuevo tutor?
-Ese no era el plan que yo...-empezó Thyrone, sorprendido. Pero la muchacha había sonreído al fin. Una sonrisa de verdad.
-¿De veras que ha venido tu amigo para eso?-siguió la princesa con su deducción, parloteando frenéticamente-¡Eso sería estupendo! Si es tan sabio como vos, padre, seguro que aprendo muchísimo más que con el palo tie...-giró la cabeza, avergonzada por haber dicho en alto el mote que había adjudicado a su institutriz, con la sangre agolpada en las mejillas- que con la señorita Labelle-acabó, resoplando por haber hablado tan rápido.
Thyrone miró confuso a su amigo, Abigail.
-¿Tú que dices, viejo amigo?-concluyó de buen humor.
-Que no todo siempre ha de salir a pedir de boca, majestad-inclinándose ante sus majestades, concluyó- Ahora mismo estoy inmerso en un estudio de vital importancia. Me sería imposible llevar acabo el adiestramiento de la princesa como sería debido. Lamento rehusar la oferta, majestad.
Thyrone permaneció a la espera de que la princesa protestará, de que exhibiera motivos para no llevar acabo la simple tarea de aleccionarla. Pero, con toda la educación del mundo, sonrió e inclino la cabeza en un asentimiento formal.
-Entiendo tus motivos, Abigail-añadió el rey- Aunque espero que esos estudios no te mantengan ocupado e impidan que reciba tus visitas-sonriendo amablemente.
Llamaron a la puerta. Interrumpiendo una animada conversación entre los dos hombres, un tercero apareció. A Katherine le dio un vuelco el corazón. ¡Era él!
-¡Maestro, me dijeron que podría encontrarle aquí…!
-¡Ah! ¡Azhian! ¡Pasa!-una vez el joven se situó junto a Abigail, este lo presentó- Es mi mejor alumno, Majestad.
-Encantado-al reverenciarse, dejó que cayeran sobre sus hombros una increíble mata de cabellos plateados- Me llamo Azhian.
¡Que suerte tuvo! Al parecer, los buenos modales de su padre la salvaron de un apuro, ya que se adelantó a ella para poder estrechar la mano al nuevo invitado. Ladeó la cabeza incomoda. Cogió un mechón de pelo, y se sintió una estúpida al estrecharlo contra su dedo índice hasta hacerse un bucle. Pero entonces al rey se le ocurrió la brillante idea de presentar a la princesa.
-Azhian, esta es mi hija. Katherine-cogiéndola por los hombros la situó justo en frente de aquel hombre- La futura soberana del reino.
El brazo de Azhian se alargó hasta coger con delicadeza una de las manos de la princesa, llevándosela hasta los labios para finalmente rozarlos contra su piel. Fue solo un momento, pero a Katherine le pareció que los ojos de Azhian brillaron ante la mención de su título. Después, ya no pudo seguir pensando. Ladeaba los ojos de un lado para otro, pero seguía sintiendo su mirada fija en ella. ¿A esto era lo que llamaban amor a primera vista?
Sacudió la cabeza, logrando que la sangre no subiera a sus mejillas más de lo debido y la delatara. Tomando aire hasta que sus pulmones no podían aceptar ni una molécula más de este, dejó que el flequillo le tapara la cara y con una corta inclinación, farfulló algo de tener que volver a la fiesta. Thyrone sonrió.
-Dile a tu madre que enseguida vuelvo.
-Claro-solo hacía falta recordarle la existencia de la reina para hacerla bajar a la tierra y enfadarla-Lástima que no podáis ser mi tutor, maestro Abigail. De veras que me hubiera gustado. Quizás cuando terminéis vuestros estudios...-comenzó esperanzada. Pero el hombre negó con la cabeza, pesaroso.
-Me temo que no sé cuando terminaré, jovencita.
-En-entiendo-masculló. Quería largarse de allí inmediatamente, así que marchó apresurada. No le cabía en la cabeza haber parecido tan débil ante su padre, ya que tenía clarísimo que los tres de habían dado cuenta de todo. ¡Si casi había suplicado para que Abigail fuera su tutor! Se golpeó la cabeza suavemente contra un muro, hasta que se hizo daño de verdad y tuvo que parar para que no le saliera una herida.
-Mira que eres bruta-dijo una voz conocida, mientras la ayudaba a levantarse del suelo.
-¡Vir!-se alegró la elfa, abrazando al jovencito. Pero tuvo que soltarlo. Hacía apenas tres días, Virgile le sacaba una cabeza de altura, y ahora era ella la que lo superaba al menos por una cabeza y media.

lunes, julio 20

Bird in the golden jail 2

-¿Has hablado con ella? ¿Vendrá, verdad?-Pellean cacareaba sin parar, presa de los nervios- Con lo que me ha costado la decoración...
-¡Madre!
Pellean calló al momento. El rey no estaba para nadie. Su mapete, su preciosa mapete...No podía ayudarla. A pesar de toda su sabiduría no era capaz de ayudarla, de lidiar con el peso que la asfixiaba. Es necesario, se convenció a sí mismo. Era el peso de la corona, nada más.
Zéphir observaba al rey con cierto disimulo, puestos que su siempre elegante porte le prohibía ladear la cabeza como un simple criado. No le hacía falta nadie para saber en qué estaba tan pensativo su padre. Katherine, ¡siempre ella! Cerró los ojos e inspiró hondo para aplacar su ira. Ya le había azotado otras veces aquel sentimiento, sabía como lidiar con él.
Ese detalle no pasó inadvertido a los ojos siempre vigilantes de su madrastra, la reina. Simplemente lo obvió. Una rata como aquella no se merecía sus atenciones, ahora lo más importante para ella era no perder la cabeza ante aquella muchedumbre expectante por ver a la princesa. Las puertas de la gran sala se abrieron. Unos murmullos iniciales precedieron al más oscuro de los silencios.
Todos los ojos de la corte se posaron sobre la futura soberana de su reino. Unas primeras manos aplaudieron tímidamente, a lo que las demás se sumaron en un aplauso general. Pero siempre educado.
A su entrada, la sala comenzó a canturrear algo que tenía por letra una felicitación de cumpleaños, deseándole felicidad y una eterna vida sana, junto a un reinado justo y querido. Pero a Katherine le sonó como un cántico fúnebre, que precedía a la muerte de su libertad y su posterior enjaulamiento. Por suerte, ya no le quedaba rastro de tristeza en el rostro, confortada por los suaves apretones de mano que Lucette le daba de tanto en tanto, recordándole que no estaba sola. La princesa sonrió. Tenía unos dientes afilados y blancos. Deslumbrantes. Los asistentes se dieron el lujo de exhalar algunos suspiros de asombro o admiración, acallados rápidamente por el protocolo. Sonrojada por estos últimos, buscó con la mirada a Virgile y Evan, que debían haber asistido a la fiesta. Cuando los encontró, ellos bajaron la mirada, con forzado respeto. Con eso, le dejaron claro que ya no eran de la misma categoría. Ahora ellos no podían ser más que simples vasallos. Katherine apartó la vista, dolida. Mas tuvo que relajarse al recibir el cálido abrazo de su abuela paterna.
La música llenó la sala, y los presentes, a una señal del rey, se abalanzaron sobre las cómodas sillas. Cuando todos estuvieron colocados, siguiendo el guión que Emmelin había escrito, Katherine se levantó de su silla y se inclinó respetuosamente.
-Gracias a todos por haber asistido a esta pequeña fiesta. Con esta, pongo inicio a mis estudios para la soberanía y mi camino hacia la madurez. Espero poder llegar a ser una reina tan buena y capaz como Lord Thyrone y Lady Emmelin-su sonrisa se tensó durante unos instantes. Lucette se removió en su asiento, nerviosa. Zéphir dejó de sonreír, y casi le pareció ver la rabia que sentía su hermana-No obstante-prosiguió la muchacha-Hoy es un día de jolgorio y celebración, así que, amigos, súbditos, padre, madre, familia-alzó los brazos, dando así comienzo a la celebración-¡Comed sin miedo al mañana!
El convite dio comienzo seguidamente. El ambiente se cargó de risas controladas y comentarios superficiales, por parte de la nobleza de aquel gran reino, o eso es lo que observaba Katherine desde su sitio privilegiado al lado de su padre. Su jaula particular, o así la llamaba ella con suma ironía. Lucette fruncía el ceño ante los comentarios de su hermana, pero no decía una palabra. Suponía que los años acabarían por darle la paciencia necesaria como para aguantar todas aquellas reuniones sociales, o al menos eso deseaba fervientemente. Deseosa de que encontrara la paz que tanto bien le haría a su maltrecha alma. Disimuladamente, un criado se acercó hasta donde se encontraba su majestad, el rey. Inclinó levemente la cabeza y le comunicó que tenía una visita. El rey se removió inquieto en su trono, aunque aquel gesto fue casi imperceptible. ¿Quién podría ser? Pensaba la princesa, ahora mas animada.
-Puede que este bodrio empiece a tomar cara y ojos...-susurró llena de ironía hacía las cansadas orejas de su hermana. Lucette volvió a suspirar.
Katherine alargó el cuello insistentemente, en un afán por divisar a la visita de su padre. Ya que era su día especial, merecía saber de quien se trataba. O al menos ese era su genial razonamiento. Emmelin la sermoneó disimuladamente ante tal falta de modales.
Aunque no solamente la ausencia de su padre se hizo palpable en la sala. Katherine se encogió de golpe, miró a ambos lados de la sala, y para su sorpresa, la atenta mirada de su madre estaba ocupada con varios personajes importantes de la corte. Era su oportunidad. Antes de alzarse, miró significativamente a su hermana, implorándole un solo favor en su vida. Lucette asintió y esta desapareció entre la muchedumbre. No tardó en divisar lo que estaba buscando. Disimuladamente observó a aquel grupo de hombres tan particular. Deslizó la mirada, uno por uno. Había hecho bien, se premió a sí misma. Le gustaba demasiado lo que veía. Entre aquellos personajes uno captó excesivamente su atención. El hombre de cabellos plateados, la miró. Su sonrisa hizo que todo su mundo diese un vuelco. Aunque estaba rodeada de gente, se sintió desprotegida ante aquella mirada rebosante de seguridad. Se alarmó. Decidió que había llegado la hora de retirarse de nuevo hacía su jaula, pues le apeteció mucho mas eso que seguir estando allí. Expuesta, vulnerable. El hombre se inclinó cortés hacía delante, mostrándole un porte digno de un rey.

*ps: de nuevo, encontramos cachitos escritos por Alice, xDD aunque practicamente este trozo lo escribió ella*

Carta de despedida

Te quiero.
Ya está, ya lo he escrito.
¿Contento?

Puedo ver tu estúpida sonrisa
dibujada en mi cabeza.
Y solo el pensarlo,
me dan ganas de golpearte.
Y de besarte segundos después.
Qué contradictorio, ¿No?

Quizás cuando recibas esta carta
tu ya no me quieras
Supongo que me lo merezco.
Pero…
¡Duele tanto!
¿Soy egoísta porque quiero
quereros a ambos por igual?

No puedo escribir nada más,
puesto que no creerás ninguna palabra
que provenga de esta pluma dorada
bañada en la sangre de cien hombres
que conforman el carmesí mensaje.
Creerás que te he abandonado,
y puede que arrugues la hoja
en cuanto reconozcas mi letra.

¿Si ruego, volverás?
¿Si lloro, me abrazarás?
¿Si me hieren, me curarás?

Mentiría si dijera que lo hice por ti,
por él, por ella, por otros…
Me fui por mí.
¿Soy egoísta?

Aún así, yo te había prometido,
y sigo manteniendo la promesa,
que siempre te escucharía.
¿Vendrás a gritarme,
a reprocharme todo cuanto he hecho?
Solo quiero oír tu voz…
Aunque sea para aclarar
la dolorosa verdad
de que ya no me quieres

Quise dejarme acunar por ti,
mi amor, mi amado,
quise no temer a la noche.

Pero esta, silenciosa,
me agarraba de la mano
cuando compartíamos el lecho,
cuando más quería deshacerme
de su macabro agarre.
Me desarropaba y me dejaba
vulnerable ante la brisa,
ante sus malvadas fauces.

Pero yo debía luchar,
con uñas y dientes.
Para salvarte a ti,
para salvarme a mí.

Otra vez me antepongo a nosotros.
Y así se separaron nuestros caminos.
Me escudé en la patética excusa
que todo lo hacía por ti,
por mi infinito amor.

Mi amor hacia mi vida.
Esa es mi razón.
¿Decepcionado?

Y así, otra noche, me dispongo a ser devorada.
Mi alma y mi ser están en el menú.
¿Cuánto rato aventuras que tardaré
hoy en ser engullida?
Te quiero, Matt.

Katherine.


*bueeeeeeh me aburria y se me ocurrió,porque la ta hizo la de Giles >.< Pero que conste que es una carta hipotética, ehhh?? nunca pasará tal cosa tan moñas si puedo evitarlo!HA!*

jueves, julio 16

2. Bird in the golden jail

Pellean, la madre del rey, trajo una enorme tarta para su nieta favorita. Las paredes del castillo habían sido decoradas con un mal gusto impresionante, a opinión del rey, que amonestó a su madre por su exceso de entusiasmo. La anciana elfa, que ya contaba con más de mil años a sus espaldas, desestimó la observación de su hijo y prosiguió dando ordenes a los soldados y criados para que todo fuera perfecto. Thyrone sin embargo, compartía la misma ilusión que su madre, así que la dejó hacer tranquilamente. La tarta lucía unas enormes y preciosas velas con los números seis y cuatro. Pellean sonrió.
-Ya está todo listo.

-No voy a salir-gruñó la princesa, dándole la espalda al criado. El muchacho balbuceó torpemente que su abuela había venido a verla, que la reina y el rey la esperaban junto al resto de miembros de la familia y la nobleza para festejar su cumpleaños.
-¿Te llamabas Wolf, no?-murmuró la elfa, mientras aparecía de detrás del biombo que la ocultaba de la vista de cualquiera. El llamado Wolf dio un respingo al ver la figura de su ama. Sabía de sobras, por haber oído de sus mayores, que los elfos crecían de un día para otro, como si de setas se trataran. Que embellecían, que mejoraban. Pero, ¡rayos! Menudo el cambio de la heredera al trono. El cabello suelto le cubría el cuerpo, que solo tenía puesto la ropa interior. Al lado de ella, un buen montón de ropas que no le encajaban con su nueva y voluptuosa figura se apilaban rasgadas o completamente rotas. Tenía todo el cuerpo lleno de pecas y sus hombros se sacudían al ritmo de su agitada respiración. El criado agarró los ropajes rotos y con la cabeza agachada, abandonó la estancia.
-No voy a salir-repitió Katherine, llorando. Desde el torreón, el cual le servía de nueva habitación por cortesía de su madre, podía ver como los niños seguían jugando alegres y sin miedo de nada. Anhelando crecer para, quizás, poder blandir impunemente las espadas o pistolas que quisieran. O tal vez para ser libres de enamorarse de chicas que no fueran inmortales. De ser felices. De no esperar nada del mañana salvo qué manjares podrían degustar. Katherine cerró la ventana. Ya había llorado suficiente por hoy.


Los murmullos habían llegado ya hasta el íntimo círculo de la familia. La princesa no iba a salir.
-¿Cómo puede ser de que sea tan terca? ¿Como puede estropear este día?-se quejó Pellean, aparentemente disgustada.
El rey omitió ese pequeño detalle antes de levantarse. Su esposa permaneció impasible a los cambios, solo un leve parpadeo le indicó al soberano lo furiosa que estaba. Aunque jamás elevaría la voz en un recinto con invitados. Antes se cortaría la lengua.
Conciente de que era el centro de todas las miradas, abandonó el comedor principal en dirección al torreón de Katherine. No permaneció mucho en el umbral, llamó con los nudillos y esperó que la princesa rezongara algún improperio para pasar.
-¿Qué?-gruñó, a la par que abría la puerta. Su mirada se clavó en la de su padre, e inclinando la cabeza, lo dejó entrar. Thyrone entró con suma calma y se sentó en la silla del escritorio nuevo que él mismo había confeccionado para su hija. Esta ni tan solo lo miró de nuevo, dándole la espalda.
-Que raro que no haya sido Emmelin quien ha venido a sermonearme.
Thyrone suspiró.
-No he venido a sermonearte, mapete.
Aunque Katherine fuese una copia exacta a Lady Emmelin, el brillo de sus ojos era exacto a los de su padre. No sabía lo que rondaba por la cabeza de su joven hija, había crecido tanto en tan poco tiempo...
-¿Por qué no quieres bajar?
Había intentando dejarle su espacio, aunque en su fuero interno, deseara volver a tenerla sobre su regazo. Feliz como antes.
-¡Mírame!-rugió, furiosa-¡Es el peor día de mi vida! Maldigo el día en que nací. Maldigo mi sangre, tu sangre, la de madre, la de la abuela. ¡Estoy encerrada!-pateó el desafortunado mueble que se cruzó en su camino, dejándolo hecho astillas-Por culpa de todos vosotros, he perdido todo cuanto podría apreciar. Solo soy una niñata que no quiere otra cosa que jugar con lo que podían haber sido sus amigos. ¡Y MIRAME! tengo que estar atrapada entre el deber y lo correcto. Por complaceros a madre y a ti. Pero un día, me marcharé y no volveréis a saber de mí, majestades. ¿Acaso hasta que no muera no podré ser libre?-había sido más bien un monólogo, ya que el rey no se atrevió a interrumpirla, conociendo su mal genio, así que la dejó hablar.
¿Tanto había cambiado su pequeña mapete?
El rey se levantó, con ese porte que Katherine reconoció al momento, un porte real. Se acercó hasta el ventanal, desde donde se podía vislumbrar aquello por lo que su hija tanto había maldecido. Su libertad.
-Lo siento, mapete-desvió la mirada del ventanal hasta posarse sobre la furiosa mirada de su hija.
No dijo nada más. ¿Qué más podía decir? Nada, pues todo sonaría falso. Aún así si las leyes y las normas se debían obedecer. No había excepciones, con nadie.
-Llamaré a Lucette para que te traiga un vestido. Vístete y ven a la fiesta. Todos te esperan...
En su tono no había lugar para un posible reproche. Era el rey. Dirigió sus pasos hacía la puerta, y salió de la habitación.
Tras la puerta, se oyó claramente el aullido que la muchacha profirió.
-¡Te odio! ¿Me oyes?-gritó, entre llantos. Se dejó caer contra la madera que formaba parte de la puerta, rasgándose la espalda con las astillas sueltas de la madera mal pulida. En silencio, entró Lucette, que abrazándola, la vistió sin decir palabra alguna. Katherine obedeció. Le dolía demasiado la espalda como para protestar.


PS: "Mapete" significa "pequeñ@" segun Weiss y Hickman. Yo digo que significa "princesa" , y es el mote cariñoso entre los elfos y sus hijas...jurjurjur

jueves, junio 18

Six: Deathly Vision 2

-La muerte no es más que una puta mal pintada, doctor Ledston-murmuró el niño, mirando fríamente al médico-Mírela usted, ahí sentada, ante la puerta de esta consulta con las manos temblorosas, anhelando deborar mi alma, su alma, la de mi madre, la de la enfermera, la de mi vecino, la de quien sea. Se maquilla tras los polvos blancos de los huesos molidos de sus víctimas, y exprime la sangre de estas para lograr el carmín para sus huesudos labios. Pero a mi me teme, Redd. A mí, me teme.
El médico analizó seriamente al niño. Necesitaba tratamiento inmediato, no podía estar sano alguien que afirmara tales sinsentidos.
-No me cree-afirmó el niño, sin sorprenderse-Doctor Redd Ledston, esa mujer de ahí no es mi tia. Sé perfectamente que la madre de este niño-se señaló a sí mismo-falleció tiempo ha. ¿Porqué timebla, doctor?
-¿Cómo que la madre de "este niño"? ¿Acaso no recuerdas quién eres, Jimbo?
-Jimbo es el nombre de este niño, doctor. El nombre de mi hueste. Yo soy Six. Me instalé en el cuerpo del niño cuando la madre de este murió y hicimos un pacto que...
-¡Imposible!¡Sal de mi consulta, mocoso!-agarró el cuerpecillo de Jim Yenno y lo sacó de la consulta, donde la tía de este esperaba con ansia.
-¿Qué ocurre, doctor?
-¡NO vuelva a traer a este mocoso a mi consulta, me oye?¿ME OYE?
La mujer sonrió.
-Has perdido, Six-con el simple girar de su cuerpo y un silencioso gesto, sesgó la vida del doctor, atrapando el alma de este entre sus manos. La Parca Blanca sonrió al chiquillo-No podrás mantenerte por mucho tiempo dentro del cuerpo de ese niño si quieres salvar las vidas de nuestras pequeñas cobayas de juego.
El cuerpo de Jim tembló un instante, pero luego empezó a reir.
-Ganar el alma de un idiota no te hará ganar la guerra, estúpido saco de huesos.
-Perder el alma de un niño te costará la vida. Tenlo bien presente. Solo necesito el alma de la madre del niño y podré liberarte.
Los ojos del niño se llenaron de lágrimas.
-¡No me dejes, Six, no me dejes...!No dejes que se lleve a mamá...
Six, usando el cuerpo de su hueste, sonrió.
-No voy a perder de nuevo contra tí.

Six: Deathly Vision

-Mamá no me deja abrazarla. Desde su cama,me dirige una sonrisa, pero está tan enfermita que apenas puede moverse, y la mueca acaba torcida en una de profunda tristeza.Cuando vienen mis amigos a visitarla, cierra la puerta de su habitación, porque dice que podría contagiarles alguna enfermedad como la suya. No sé, yo confío en ella. Mamá no me arropa por las noches, pero si hace un esfuerzo, abandona su cama y me cuenta el cuento de "La Parca blanca". La Parca blanca es el cuento de una señora de piel de color nieve y de cabellos negros, que, con una tranquilizante sonrisa, sega las vidas de los mortales. Mamá dice que tardaré en ver a la Parca blanca. Pero yo quiero verla, hablar con ella, para que no se sienta sola. Y mamá...-alargó el niño la mano hacia el lado, intentando confortar a su madre, que tenía la vista fijada en el suspicaz médico.

-¿Es...?-empezó la mujer, frotándose las manos compulsivamente, agachando la cabeza y subiéndola cada tres segundos. La piel pálida parecía relucir con la débil luz de los focos de la sala, y los cabellos negros, tan bien trenzados al principio de la entrevista, habían roto sus ataduras y se hallaban dispersados por los hombros frágiles de la mujer. El doctor cerró la puerta, para que el niño no oyera la conversación.
-Lo siento señora, su sobrino padece un claro trastorno psicológico. Cree ver cosas que no existen.
-¿Paranoia?-se alarmó, temerosa.
-No señora. Mucho más grave. Cree firmemente que su madre sigue viva.

miércoles, junio 17

Priceless Freedom 4

Cada noche igual. Cada escapada igual. Katherine contempló su cuerpo con detenimiento. A este ritmo, acabaría pareciendo más un racimo de uvas que una princesa elfa. El moratón que tenía en el muslo le dolía una barbaridad, y el enrojecido rostro no iba a ceder su rojez a nadie por lo menos durante tres horas. Por mucho que Lucette se empeñara en ponerle hielo en los golpes y a darle abrazos cada tres pasos que lograba dar, el cuerpo le iba a seguir doliendo durante varios días. Lucette, la chica elfa que adoptó el rey cuando los padres de esta murieron, era, sin duda, la mujer más hermosa que había pisado aquél castillo. Alegre, optimista, dicharachera… Todo lo que Katherine soñaba ser. ¡Pero, alas! Había salido demasiado parecida a su madre, la reina Emmelin. En aquél instante, Lucette había decidido que su hermanastra necesitaba peinarse con urgencia.
-Estate quieta-la sermoneó. Pero Katherine apenas podía sentarse por culpa del moratón. La noche estaba lista para cernirse sobre las cabezas de la gente, y lo único que anhelaba la princesa en aquel momento era contemplar el atardecer para asegurarse que ese horrible día terminaba de una vez.
-Algún día, yo…-comenzó, como cada noche. Lucette suspiró y comenzó a cepillarle la larguísima melena dorada. El pijama antiguo marcaba el contorno de la figura de la chiquilla, que en pocos días iba a mutar para llegar a la plenitud de su juventud. La casa real de Tala contaba con esa peculiaridad. Al cumplir los sesenta y cuatro, los elfos Talenses adquirían el aspecto de jovencitos de dieciocho a veintipocos años. Pronto dejaría de ser una niña. Pronto no podría volver a jugar con todos esos chiquillos. Lucette suspiró, entristecida.
-Y yo no tengo hermano, tengo un chivato-gruñó Katherine. A Lucette no le gustó nada el comentario, ya que peinó un nudo que la princesa tenía con bastante mala idea, quedando en el cepillo una buena mata de cabellos-¡Au!
-No metas a Zéphir en esto, ricura.
-Pero Lucette…
-No-sentenció la mayor-Ya sabes que eso no te lo permito, jovencita.
-Lucette…
-Katherine-replicó Lucette-No aceptaré ninguna crítica a tu, digo, nuestro hermano. ¿Sabes acaso lo solo que ha estado? ¿Sabes la de cosas con las que ha tenido que cargar? Te recuerdo que su madre murió a los pocos años de nacer él.
-No es más que un semielfo.
-Eso no quita que sea de la familia. Su sangre o raza no implica nada.
-Es un ser…
-¿Inferior?-aventuró Lucette-Katherine, no me hagas esto. Tus amigos son todos humanos. No puedes clasificar así como así a la gente. Zéphir es muy bueno. Solo está muy, muy solo.
Katherine dejó el tema. No tenía ganas de oír alabanzas sobre semejante judas.
-Lucette, tu que pasas tanto tiempo con padre-comenzó la princesa, dubitativa-¿Qué rayos le hizo fijarse en Emmelin?
Lucette parpadeó varias veces, ya que la pregunta la había cogido desprevenida completamente. La elfa sacudió la cabeza tristemente y en silencio, continuó peinándola.
-¿Hermanita?
-Su sonrisa-masculló, entre dientes, Lucette-Thyrone siempre ha dicho que es lo primero que vio de ella y con lo que no pudo sacársela de la cabeza durante semanas.
-¿Tú has visto alguna vez esa sonrisa?
-No pequeña. Creo que Thyrone sufrió una alucinación.


Y aquí concluye el capítulo primero

martes, junio 16

Priceless Freedom 3

Los pequeños cuerpos de los niños se escabulleron por el enorme ventanal que configuraba la puerta a la libertad de la princesa. El primero en entrar fue, después de Katherine, el pequeño Colin, que necesitó la ayuda del resto para alcanzar el alféizar. Virgile y Evan, apelando a su estatus social, se negaron a escalar como monos pudiendo utilizar la puerta, así que dieron un rodeo por los entresijos del castillo. Tras Colin, entraron Myron y Urian, y con un tirón de estos, lograron subir Sven y Zander.
-¡Woao!- farfulló Urian, con una sonrisa traviesa. La habitación era enorme, y tenía una cama gigantesca, adecuada al tamaño de la estancia en la que se hallaba. El armario no desmerecía en tamaño, y los muros estaban pintados de negro y constaban de millares de imágenes de grupos musicales conocidos. Un precioso piano lucía su magnificencia azabache sin una sola mota de polvo que manchara su color. Tenía un inmenso tocadiscos, y un buen montón de vinilos apilados sin orden concreto.
-Cuanta elocuencia, Urian-le escarneció Sven, que abrazando al pequeño Colin, se sentó en la cama. Katherine sonrió.
-¡Suéltame, hermano!-se quejó Colin, agitándose en brazos de Sven. Este sonrió pícaramente, mientras le revolvía el pelo al chiquillo. Katherine no pudo más que sentir envidia de los dos hermanos, pero obvió ese sentimiento y se dispuso a abrir el armario para coger ropa limpia.
-Y yo que creía que las habitaciones de las princesas serían como enormes tartas de fresas y nata-la voz de Matthew resonó por el cuarto. Este se había apoyado en el alféizar, mientras miraba burlón la estancia- Aunque apuesto que ese armario tiene más colores que un cesto de fruta. Y juraría que abunda el rosa.
-Idiota-gruñó la aludida, replanteándose seriamente en degollar al chico y vender sus órganos para así, poder hacer algo de provecho con él-Si lo prefieres, permanezco así vestida-señaló su ropa interior con malicia. A parte de Virgile y Evan, Matthew era el único capaz de entender que tal y como estaba la muchacha, no era normal ni decente que permaneciera mostrando aquellos pantaloncitos abombados. La puerta se abrió de par en par. Virgile jadeaba, alarmado.
-La reina viene hacia aquí-intentando recobrar el aliento, se estiró sobre la cama. Katherine enrojeció de vergüenza e ira.
-¡SALID PITANDO!-gritó, alterada. Los niños, sin entender bien porqué, obedecieron sin más. Quizás influyó el estado de nervios que reflejaban Virgile y la princesa. Los pequeñajos saltaron por la ventana apresuradamente.
-¿Nos vemos mañana?-dijo ella, esperanzada. Myron, colgado de la espalda de su primo, respondió a su pregunta con un cabeceo, mientras se perdían todos entre los arbustos.
-Yo también debería irme- masculló Virgile, intentando levantarse de la cama. El pomo de la puerta cedió y giró lentamente. Ambos jóvenes empezaron a temblar.
-¡Madre!-exclamó Katherine, agachando la cabeza, logrando que su trenza dorada rozara el suelo con el gesto. Virgile imitó a su amiga, al susurro de “Majestad”. La reina era una elfa muy peculiar. Rubia hasta emular el color del trigo, su aviesa y purpúrea mirada era capaz de sacarle las entrañas a quien se propusiera. Y así se sentían los dos jóvenes. Como si la reina los estuviera desgarrando por dentro y se hiciera un festín con sus entrañas. La grácil figura de la mujer avanzó unos pasos, seguidos de la azulada cabellera y el rostro frío y calmado del príncipe Zéphir. Los ojos amarillentos de él chocaron con los verdes de su hermana menor, dándole a entender que la venganza también le gustaba. Por lo visto, Labelle le había sermoneado a base de bien.
-Huele a pobres-dijo la reina, olisqueando el aire. Katherine chasqueó la lengua con desdén. Pero no dijo nada-Te escapaste de clase, jovencita-dejó caer con tono casual. Virgile se estremeció. Conocía ese tono de sobras. La princesa iba a pagar caro querer ser libre por unos minutos.

Priceless Freedom 2

-¿Puedo jugar?-masculló Katherine, con el tono agravado. Virgile la reconoció y sonrió alegre ante su presencia. Virgile era un niño bien parecido, con el cabello negro azabache cortito y despeinado. Sus vivaces ojos marrones se clavaron en los verdes de la princesa, que se alegró de ver que la acogía en silencio. Mas al resto de niños no les pareció bien la idea.
-¿Quién es este?-gritó uno, con los dientes mellados y la cara sucia del barro. Katherine arrugó la nariz con desagrado. La apariencia de los otros chicos no era mucho mejor. Salvo por Virgile y su hermano Evan, no salvaría a ninguno. Con casi sesenta años a sus espaldas, la jovencísima elfa había visto ir y venir a muchos niños, algunos más hermosos que otros, pero sospechaba que esos eran, con diferencia, los más feos que había conocido jamás. Uno de los niños, de unos diez años de edad, se sacudió el polvo y le tendió la mano mugrienta, mientras que con la otra sujetaba el balón.
-Myron-dijo, alegremente-Ellos son Elthan, Sven, Urian, Zander, Slade, Colin y mi primo, Matthew. Por lo visto ya conoces a Evan. Y como Virgile no quiere jugar con nosotros tu lo substituyes…
-Kaethe. ¿Qué posición ocupabas, Virgile?-murmuró, alegremente. Este le sonrió y le acarició la mejilla suavemente, a lo que el resto de amigos se sorprendió y comenzaron a murmurar.
-Delantero-dicho esto, el joven noble se separó del grupo y tomó asiento, dando así por comenzado el partido. Katherine no sabía muy bien como jugar, pero las horas muertas que se había pasado viéndolos jugar desde la ventana de su cuarto le valieron para más de lo esperado. En su equipo jugaban Myron, el pequeño Colin, Evan y Zander. Controlando el balón torpemente, Zander pasó el esférico a Colin, que tropezó con sus propios cordones y rompió a llorar. El resto de equipo lo ignoró, a sabiendas que Virgile lo cogería y se encargaría de su rasguño. Sven recuperó el balón, y chutó con ganas hacia la portería, donde un tembloroso Myron defendía solitario la meta. Estaba claro que no era el mejor portero del mundo, así que Katherine tuvo que intervenir tan bien como supo. Le arrebató el balón arrastrando su cuerpecillo contra el barro, esquivando con agresividad a sus rivales. Sonrió satisfecha. El balompié jamás le había parecido tan interesante. Había dejado atrás a Urian, Elthan, Slade y Sven, y solo tenía que batir a Matthew. El niño, que llevaba el pelo rojo recogido en una brillante coleta, esbozó una mueca burlona. No pudo evitar pensar que era la mejor sonrisa del mundo, hasta que usó esa boca tan curiosa y bonita para azuzarla a ella y a su ira.
-Chuta, nenaza-la amenazó el pelirrojo, con la mueca ensanchada. Katherine respondió a la provocación casi de inmediato. Su chute fue directo y conciso. Habría perforado la red si no fuera porque esta estaba hecha de hiedra elfa. Su equipo coreó el punto con hurras y clamores. La niña comenzó a reír. La gorra cayó y desveló su melena dorada cayendo elegante sobre el fango.
-Que chute más bueno, Kaethe-la felicitó Myron.
-Alucinante-añadió Evan-No sabía que fueras tan buena.
-¿¡BUENA!?-gritó desde la otra punta Matthew-Es… ¿Una chica?
-¿Te molesta?-gruñó Katherine, molesta. Retiraba cualquier pensamiento agradable que podía haber tenido acerca del pelirrojo. Ese niño era idiota y no tenía otra vuelta.
-He perdido contra una mocosa de la nobleza-dramatizó este, pateando el fango con rabia.
-Bien-Katherine lanzó el gorro y el chaleco a los brazos de uno de los criados, que miró mal al niño-Gracias por los pantalones, Vir-sin pudor alguno, se desembarazó de ellos, ya que se habían roto con el roce, y se los tendió a su amigo. Lucía unas braguitas bombachas negras. Ninguno de los presentes habían visto unas antes, y más de uno tuvo que apartar la mirada, avergonzado.
-¡Princesa!-dijo un ruborizado Virgile, aún sosteniendo los rotos pantalones-No podéis ir así por la vida-la sermoneó.
-Empiezas a sonar como la vieja Labelle, Vir.
-Pe-pero…
-¿Queréis venir a mi cuarto?-ofreció la princesa, sonriendo. Los niños asintieron rápidamente. ¿Qué clase de maravillas escondería la habitación de una princesa elfa?

lunes, junio 15

Dreamless?

Este fue el primer trozo de T.O.T que leyó Nacora, y no sé por qué creo que a Alice le encanta xDD

Lo necesitaba de verdad. Necesitaba perderse en los ambarinos ojos de él. ¡Qué cursi!-se reprendió a sí misma. No sabía si correspondía a su anhelo de permanecer a su lado, pero no conocía a nadie más en ese oscuro lugar que pudiera proporcionarle las palabras que necesitaba. ¿Virgile? Solo tenía quince años, y era su único amigo. Y ya ni tan siquiera eso. La reina se había ocupado de pagarles a ambos hermanos unos costosos estudios en las mejores academias militares, cumpliendo así los sueños de estos de convertirse en guerreros. Notó los fríos dedos de él recorriéndole la espalda, mandando directamente a sus nervios el helor punzante. Qué bien se sentía el tacto de Azhian recorriendo su piel. Como ya no le podían quitar nada más, no le importaba si la descubrían o la castigaban. Se asustó un poco al notar como la tela del vestido resbalaba por sus brazos y cintura, dejando su bien torneado cuerpo prácticamente vulnerable incluso para el viento. Cerró los ojos. Solo necesitaba calor. Dejó que los jadeos escaparan de sus labios, mientras que los gruñidos satisfechos de él le acariciaban la espalda, ya descubierta hace rato. Ahogó un chillido de sorpresa cuando las frías manos de él levantaron el faldón púrpura y llegaron a sus desprevenidos muslos…

Virgile apartó la mano de repente, retomando conciencia de lo que estaba haciéndole a su desprevenida amiga. La había venido a ver a escondidas, usando un permiso que no pensaba desaprovechar viendo a unos padres que solo le dedicaban un hola y un adiós de tanto en tanto. La fina piel de la elfa le pareció tan irresistible y sedosa que no pudo contener las ganas de abrazarla. De tocarla, de besarla. Mientras retiraba la mano, la muchacha jadeó una vez más, logrando que el jovencito se sonrojara intensamente. Por su suerte, Katherine tenía un sueño muy pesado, y costaba que se despertara. Cuando esta se dio la vuelta, tuvo que girarse él también. Estaba colorada, y musitaba una y otra vez un nombre que desconocía. Molesto, abandonó la habitación. Resopló, ahogado por la sangre que le golpeteaba la cabeza sin descanso. Se sentía vivo, y estaba seguro de que podría rescatar a la princesa de las malvadas garras de su madre. Volvió a asomar por la puerta, para descubrir, entre maravillado y avergonzado, el estado en el que se encontraba la hermosa elfa. Inexplicablemente, las sabanas habían cobrado vida y parecieron quererse colocar de tal manera que permitían vislumbrar todos los contornos de la figura femenina que se escondía bajo estas, para gozo de cualquier ser que la vislumbrara en ese momento, dejando que la vil y activada imaginación del jovencito se disparara de repente. Cerró la puerta de golpe, y tomó aire varias veces antes de seguir con su camino. Lucette le salió al paso, asustando al joven muchacho.
-¡Virgile!-se alegró la elfa, abrazándole. Este apenas pudo responder al gesto, demasiado turbado como estaba.
-Lucette, yo…-comenzó, en modo de disculpa.
-No, Virgile-su interpelada esbozó una triste mueca-No te la lleves, por favor.
-¡Pero!-empezó, molesto-¡No se merece la cárcel a la que está sometida!
-Esto que voy a decir es muy egoísta, Virgile. Pero ten en cuenta que es la realidad. Yo la necesito mucho más que tu. El rey, a quien por tu título de noble y tu carrera de caballería debes lealtad, la necesita muchísimo más. Se quedará aquí atrapada hasta que estemos preparados para que vuele lejos. ¿Dónde te la llevarías, jovencito?-recalcó, a sabiendas que el pobre muchacho no tendía ni un mero cuchitril en el que vivir-Se te pasará. Ya encontrarás a otra persona.
Defender la profundidad y veracidad de sus sentimientos sería en vano.

jueves, junio 11

Doodles

Doodles de la gente de Tala xD
Si, hay mucha Katherine, pero,jo que esperabais? Es la prota de mi parte de la historia, carajos!! xDD
Se leen de derecha a izquierda. Alguna duda existencial sobre lo mal que escribo a ordenador con la tableta será aceptada y traducida debidamente. xD
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martes, junio 9

Tales of Tala: StoryLine

Cap. 1 pg.1.
Priceless freedom

Cómo odiaba a esa institutriz. Sin duda, era la mujer más horrible que había conocido. Quizás detrás de su madre, pero no podía errar en su juicio cuando decidía que aquella humana chillona y repeinada le recordaba más a un palo tieso que a una maestra. No obstante, tenía que aguantarse. Labelle, que así se llamaba la mujer, la miró ceñuda. Se levantó de su asiento y se dispuso a sermonearla.

-¡Princesa!-se escandalizó Labelle, que golpeó con la regla de madera el pupitre que la niña ocupaba. Esta dio un respingo, y asustada dirigió una mirada llena de miedo a su hermano, que torció el gesto con sorna y apartó la mirada, dejando a la niña sola ante la irritable institutriz.

-Lo siento-se disculpó la niña, mirando burlona a la mujer, claramente sin ningún remordimiento.

-¿Te parece más interesante la plebe que la historia, princesa Katherine?-la yugular de Labelle palpitaba peligrosamente, mientras señalaba con desdén a los niños que se habían arremolinado en el patio del castillo y jugaban con los hijos de los criados a balompié. La princesa se sonrojó intensamente, y cruzó las piernas, temerosa de que debajo del pomposo vestido rosa, al que odiaba casi tanto como a Labelle, pudiera adivinarse que portaba unas mallas que uno de los hijos de los nobles, Virgile, le había prestado para que pudiera correr con comodidad. Labelle se olió el pastel y le levantó el faldón. Horrorizada, divisó bajo el miriñaque metálico la prenda ajada y masculina que llevaba puesta.

-¡Princesa!-repitió, con un tono más alto que antes, dejando sordos a ambos príncipes. Se había puesto como un tomate, y Katherine empezó a sospechar que las venas del cuello le iban a explotar tarde o temprano.

-¡Son de Zéphir!-se excusó con una sonrisa la princesa. Su hermano le dirigió una mirada furibunda. La niña sonrió. Venganza, dulce venganza.

-¡Majestad!-le reprendió Labelle-Deberíais ayudarme, no complicarme la educación de esta… ¡marimacho!

Las mejillas de Katherine adquirieron el color de la sangre, y arrancándose la falda y liberándose del miriñaque, el cual tiró a la cabeza de Labelle, se encaminó a pasos agigantados al jardín, poniendo especial énfasis al cerrar la puerta. Su cabello rubio se había erizado del enfado, que algunos de los soldados aprovecharon para revolverle de modo cariñoso, a lo que ella respondió con un gruñido de ira. Ellos respondieron riéndose, agriando aún más el enfado de Katherine. Esta se encerró en su cuarto y se recogió la larguísima melena dorada en una trenza que escondió en un gorro que había robado del cubo de la ropa sucia de los criados, a la par que escondía su corpiño bajo un chaleco tan sucio como ajado. No quería seguir aburrida y quedándose mustia y destrozada dentro de esos horribles muros. Saltó por el ventanal, que distaba pocos centímetros del suelo, y corrió al patio delantero, entre las sonrisas de los criados que la habían reconocido por el camino. Llegar al hermoso jardín no la alegró ni la mitad de lo que esperaba. Un montón de mocosos se habían arremolinado entorno a la figura esbelta y de cabellos azulados del rey elfo, su padre, Thyrone. El rey sonreía a los niños, que le pasaban el balón para que el hombre participara en su juego, a lo que este gratamente accedió. A Katherine se le partió el alma. Los nobles que acompañaban a su padre reían abiertamente, con respeto y cariño hacia aquél elfo tan cálido y hermoso. Todo lo contrario que cuando ella se lanzaba a sus brazos en presencia de otros. ¿Acaso el rey debía ser cercano con el pueblo y distante con sus hijos?

-Papá, eres un traidor-murmuró, llorosa. Pero ese breve momento de debilidad la enfureció, y secándose los ojos con fuerza, levantó la mirada y se encaminó hasta el grupillo de crios. Thyrone ya se hallaba abandonando el jardín, así que no tenía que temer por ser descubierta, y como consecuencia, castigada. Por suerte, entre los muchachitos, se encontraban Virgile y su hermano Evan, así que no tenía que preocuparse por quedarse sin equipo.


Madre?

-Asheeeeeeeeeeee-berreó el niño, agarrado a las patas traseras de la ceuntauro, señalando asustado a Zell, mientras este esbozaba una macabra mueca a la mar que hacía amago de sacarse el ojo con la cuchara-¡Zell-sama me da miedo!
La centauro se encaramó a Zell, furiosa.
-¡Deja de asustar al principito!-le reprochó, coceando el suelo. El francotirador tuerto sonrió macabramente.
-Deja de actuar como si fueras su madre, Ashe.
-¡Soy la única família que tiene!¡Está solo en este mundo!
Los ojos de Kimura se llenaron de lágrimas, y corrió a refugiarse al cuarto de su padre. Llamó temeroso a la puerta, mientras que su morador le indicó que podía pasar con un quedo gruñido de confirmación. El niñó miró, con sus ojos dispares, entre lágrimas, cómo su padre se levantaba de la silla para mirarlo impasible. Kimura se encogió, temeroso, pero entonces, su padre lo sentó en su regazo.
-Mamá...mamá...
-La echas de menos, ¿verdad?-suspiró Azhian, tristemente, y a la vez, con el semblante impasible. Kimura asintió, asustado por no poder adivinar qué rondaba por la cabeza de su padre. Este le señaló una foto que se hallaba entre los papeles desperdigados por la mesa, y el niño corrió a cogerla, asustadísimo de lo que pasaría si no obedecía. Cuando vio la foto, no pudo evitar sonreir. No conocía a la chica que en ella estaba retratada, pero sí podía ver la sonrisa de felicidad de su padre al ser abrazado por la hermosa muchacha. Tenía los ojos verdes y la cara pecosa. Como su ojo izquierdo y su rostro. Kimura se acercó a Azhian, anhelante.
-Qué bonita es mami. ¿Porqué no está con nosotros, papi?
Azhian meditó unos instantes.
-Papi fue muy malo con ella, peque. Muy muy malo. Y mami tuvo que irse muy lejos.
-¿Pero volverá, no?-suplicó. Azhian miró a los ojos verde y amarillo de su hijo, con una mueca que pretendía ser una sonrisa reconfortante.
-No escapará tan facilmente, te lo aseguro.

lunes, junio 8

Lucero

Una luz titilante en el final de camino. Avanzó. Respiró. Tomo de la mano a la oscuridad y siguió avanzando. La luz tembló unos instantes.
-¡No te apagues, por favor!-rogó la niña, desesperada. Entonces, como si la hubiera oído, la luz permaneció inmóvil. Incluso se intensificó. Siguió caminando, y la mano de la oscuridad tomó el color de la carne.
Pero, ¿cómo podía saber que ese era el color de la carne si había sido ciega toda la vida? Al levantar la cabeza, no solo vió una piel, si no unos ojos verdes y una melena azul, junto a una sonrisa salpicada de pecas.
-Majestad, ¿qué haceis recojiendo a una pobretona de la calle?-murmuró con desagrado el estirado elfo. La niña se encogió, asustada. Mas el soberano la abrazó tiernamente.
-Es una elfa como tu y yo, Oysa. Y tiene un nombre precioso, seguro. Yo me llamo Thyrone. ¿Y tu, pequeña?
-Yo...Yo...No tengo nombre-masculló, apenada. Oysa se agachó para mirarla a los ojos.
-Eras...Ciega-constató, no pregunto. La niña asintió asustada al recibir tanta luz, al ver esos extraños rostros. Thyrone le acarició la cabecita.
-¿Y que ha sido lo primero que has visto, pequeña?
La niña sonrió alegre.
-¡Una preciosa luz matinal!
-Hete aquí a nuestra pequeña y preciosa Lucero, Lucette, que vino de la tiniebla a la luz-anunció el rey, amablemente. Lucette sonrió. Se sentía inmensamente feliz.

.............
-Lucette-gimió lloroso el rey, que se cubría el rostro angustiado con las manos-Emmelin...Emmelin...
-Lo sé, majestad, lo sé. Pero ahora, nuestro precioso pajarillo será feliz, no lo dudeis.

Vainilla

-¡Waah!Qué bien hueles, hermanita. ¿Qué es?-preguntó el joven semielfo, mientras olisqueaba el aire, intentando reconocer el delicioso olor. Mientras, su hermana, que lo había adoptado como tal, le trenzaba el largo cabello plateado. Aprobechó su buena posición para abrazar de improvisto al muchacho, al que se le escapó una risa alegre.
-¡Te pillé!-rió Reira, abalanzándose sobre su querido hermano y haciéndole cosquillas por doquier, mientras este luchaba por respirar entre carcajadas-Adivina de que es mi perfume.
Azhian se sentó, acomodado en el sofá y logrando escapar del agarre de la humana.
-¡Vainilla!-exclamó, sonriente. Reira lo premió con una de sus reconfortantes sonrisas, pero fue interrumpida por la llamada imperiosa en la puerta.
-¡Ya voy!-murmuró, entre risas, la joven mujer. Azhian, desde su privilegiado asiento, pudo comprobar qué ocurría. Un enorme ramo de rosas precedió a un hermosísimo hombre elfo de pelo azulado. Reira se sonrojó, y despidiéndose rápidamente del semielfo, se marchó con su enamorado.
La habitación seguía oliendo a vainilla.

....
El rey Thyrone se hallaba saludando a Abigail, mientras Azhian, Zell, Dellios y Barend miraban aburridos el convite al que los había arrastrado su maestro. Una fiesta de cumpleaños de una niñata de la realeza. Azhian maldijo para sus interiores a toda la raza de orejas picudas. ¡Malditos inmortales!¡Maldito rey elfo!
Pero entonces, su línea de pensamiento quedó interrumpida. Había una muchacha observándolo, enrojecida como un tomate. Y entonces, volvió a notar aquél olvidado hacía ya tiempo olor. Vainilla.
-Vuelve con tu madre y tus hermanos, princesa Katherine...-sugirió Thyrone, abrazando a su hija menor. No sin antes volver a observar a Azhian, admirada y ruborizada, la princesa elfa obedeció.
-Interesante...-musitó el joven semielfo, viendo como la chica se alejaba-Muy pero que muy curioso...

Veneración

Evelyn miró a su novio, enfadadísima.
-¡Deja de mirar!-lo regañó, tirando de su manga. Matthew gruñó, hastiado de la actitud infantil de su acompañante.
-Evelyn, callate de una vez.
-¡Deja de mirar a esa zorra!-insistió de nuevo. La otra chica levantó la vista. Sus ojos verdes se clavaron en los azulados de Evelyn.
-¡Te conozco!-gritó Matthew, alegrandose por tener una excusa para alejarse de Evelyn y de sus niñerías-¡Eres una de las amigas de Virgile!¿No?
-¡MATT!
Evelyn enrojeció de ira, y a pasos agigantados, se acercó a ellos y se agarró al brazo de su pareja. Por otro lado, la otra chica sonrió alegremente, burlándose descaradamente de la idiotez de Evelyn y del desespero de Matthew.
-Te recuerdo-tarareó, canturreando alegremente-Te metí un gol hace quince años, ¿verdad?
-Katherine-llamó una voz femenina, alegremente-Hora de cenar.
-¡Voooooy!-mirando a Evelyn, se acercó al muchacho y le plantó un buen beso-Ven a verme más a menudo, ya sabes, por los viejos tiempos. Traete a la morena contigo si quieres, en mi castillo siempre será bienvenida...Porque no tenemos nada que ocultarle,¿verdad?-con una extraña risita, la elfa se retiró hacia el interior del castillo.

Días despues, Matthew consigió librarse de Evelyn.

....
-Eso fue mi primer beso, ¿lo sabías?-se burló Matthew, cogiendo a su princesa por la cintura, mientras esta intentaba escapar de su agarre, colorada.
-¡Tuviste suerte que fuera yo, y no esta niñata!-sentenció ella, orgullosa. En ese mismo instante, divisó la figura amada y ya no tenía ojos para nadie más. Matthew suspiró.
-Lástima que quien te salvara de ese sitio no fuera yo...

Embriaguez

-¿Y cuál es tu nombre, muchacho?-soltó entre risitas la mujer, mientras contaba el dinero que su compañero le había tendido. Este, olisqueando asqueado su copa de vino, la lanzó contra el suelo, haciendo que la mujer se asustara.
-No te he pagado para que hables.
La mujer lo miró, confusa por unos breves instantes, e hizo amago de besarlo. Dellios se rascó la incipiente barba, pesaroso por el mal entendido, divertido por la reacción de la prostituta. Le había gustado verla asustada. Sonrió, dejando que su apestoso aliento a alcohol envenenara el aire, como una toxina más en tan oclusivo lugar.
-Te he pagado para que me escuches, mujer-tomó un sorbo directamente de la botella de vino y se encendió uno de sus más preciados puros-Mi nombre es Dellios... Y mi adorada mujer acaba de morirse en mis brazos mientras se dirijía al altar.

......
-¡¿Quieres casarte conmigo, Aretha?!-bromeó Dellios, agitando el brazo alegremente hacia la chica, que lo miró con asco.
-¿Quién querría casarse con un vago y borrachuzo supuesto hombre?-protesto la rubia.
Dellios se quedó mirando la copa medio vacía de vodka, con una triste sonrisa grabada en los labios.
-¿Quién querría casarse conmigo?...¡DAPHNE!¡Cásate conmigo!
Y la rueda vuelve a girar.

Miopia

Zell se miró en el espejo. De frente, de perfil, de espaldas y de reojo. Cerraba el ojo izquierdo y su vista era impecable, perfecta, como cada día. Pero el ojo izquierdo no era un buen chico. Ni por asomo. Ni tan solo podía ver su rostro bien definido en el cristal si prescindía de la ayuda del ojo derecho. Suspiró.
-¿Zell?-preguntó Dellios, mirando burlón a su amigo-Si sigues así romperás el espejo con tu fea cara.
-Muy gracioso-gruñó el aludido, tirándole de la oreja a Dellios-Tráeme un chuchillo de cocina.
-¿Vas a cortarte la coleta?
-Voy a arrancarme el ojo izquierdo.
A Dellios de le escapó la risa. Rió como nunca en su vida, mientras Zell esperaba pacientemente a que su compañero le trajera lo demandado.
-Sácatelo con una cuchara, no te...

.....
Zell sonrió, satisfecho por las caras de asombro de Myron y Colin. Asombro o miedo, tenía buena vista, pero no sabía interpretar las caras.
-Y así perdí el ojo, y por ello soy el francotirador número uno.
Echó a ambos muchachos de la sala. Cuando la abandonaron, Dellios posó su robusta mano sobre el hombro de Zell.
-¿Y al final, hoy has utilizado la cuchara,no?
Zell se levantó el parche, y su ojo marrón miel centelleó alegre ante la afirmación.
-Mañana será un chuchillo

viernes, junio 5

Azabache

Virgile se sentó en la silla al lado de la pequeña elfa, escondiendo su carita sonrojada entre la larga cabellera azabache, observando con nervios a la hermosa princesa.
-¿Querríais dejar de observarme?-tartamudeó inseguro, viendo, aterrado, cómo Katherine se acercaba a él lentamente, tijera en mano. La elfa ensanchó su sonrisa, ocultando las sombras de las numerosas pecas tras tan deslumbrante mueca.
-¿Sabías que eres muy guapo, señorito Virgile?-afirmó la niña, logrando que el pobre chiquillo brillara en la oscuridad sólo con su sonrojo-Pero tienes el pelo demasiado largo...
-¿Qué?
-Tranquilo-tarareó Katherine-Voy a arreglar eso en un minuto.
Eficaz y sigilosamente, la elfa recortó, escaló y peinó el largo cabello negro hasta dejarlo poco más arriba que los hombros de su súbdito. Virgile se miró, horrorizado por el cambio, en el espejo.
-¿Qué rayos me has hecho, princesa?
La suspdicha hinchó los mofletes, ofendida.
-¡Yo solamente quería verte los ojos, Vir...!Y quiero ver bien tu sonrisa.
El niño sonrió entonces, contagiando a su amiga.

....años más tarde...
-Virgile, cariño, ¿vas a cortarte el pelo?-preguntó Imae, molesta-Con lo bien que te queda el pelo largo...
Su marido le sonrió tiernamente, recordando esa misma expresión en el rostro de su añorada princesa.
-Sólo hasta un poco más arriba de mis hombros, querida.

miércoles, mayo 6

This is daaaaaaaaa meme!

Sep. Todos locos. Me dió por hacer esta meme...Que sacamos Nacora, Alice y yo aburridas en clase de Dibujo Técnico.

UNÍOS A LA ORGANIZACIÓN DE COOLERS MÁS COOL!!
Aquí teneis los pasos a seguir.

Idea: LAYLA
Organización XIII (C) Square Enix
sugoi...!! x3

FOR THOSE ABOUT TO ROCK....FIRE! WE SALUTE YOU!


martes, mayo 5

Hell's Bells - AC/DC

Dios MIO! -dijo el insensato al clicar el link que no debía

¿Acaso sabeis, hijos mios, pequeños rastreadores de la red donde carajos os habeis metido? No, no lo sabeis, porque aún no hay nada. Esto no es ni será jamás un blog de opinión *no, no lo será* si no que se convertirá en un mundo paralelo y extraño que pienso ir desarrollando lentamente. *MUY lentamente*

Y como dudo que alguien a parte de a la gente a quien le llore se pase por aquí, dejo de dar la lata con texto inútil.

¡ALA!



For those about to rock....FIRE!...We saltute you