martes, junio 16

Priceless Freedom 3

Los pequeños cuerpos de los niños se escabulleron por el enorme ventanal que configuraba la puerta a la libertad de la princesa. El primero en entrar fue, después de Katherine, el pequeño Colin, que necesitó la ayuda del resto para alcanzar el alféizar. Virgile y Evan, apelando a su estatus social, se negaron a escalar como monos pudiendo utilizar la puerta, así que dieron un rodeo por los entresijos del castillo. Tras Colin, entraron Myron y Urian, y con un tirón de estos, lograron subir Sven y Zander.
-¡Woao!- farfulló Urian, con una sonrisa traviesa. La habitación era enorme, y tenía una cama gigantesca, adecuada al tamaño de la estancia en la que se hallaba. El armario no desmerecía en tamaño, y los muros estaban pintados de negro y constaban de millares de imágenes de grupos musicales conocidos. Un precioso piano lucía su magnificencia azabache sin una sola mota de polvo que manchara su color. Tenía un inmenso tocadiscos, y un buen montón de vinilos apilados sin orden concreto.
-Cuanta elocuencia, Urian-le escarneció Sven, que abrazando al pequeño Colin, se sentó en la cama. Katherine sonrió.
-¡Suéltame, hermano!-se quejó Colin, agitándose en brazos de Sven. Este sonrió pícaramente, mientras le revolvía el pelo al chiquillo. Katherine no pudo más que sentir envidia de los dos hermanos, pero obvió ese sentimiento y se dispuso a abrir el armario para coger ropa limpia.
-Y yo que creía que las habitaciones de las princesas serían como enormes tartas de fresas y nata-la voz de Matthew resonó por el cuarto. Este se había apoyado en el alféizar, mientras miraba burlón la estancia- Aunque apuesto que ese armario tiene más colores que un cesto de fruta. Y juraría que abunda el rosa.
-Idiota-gruñó la aludida, replanteándose seriamente en degollar al chico y vender sus órganos para así, poder hacer algo de provecho con él-Si lo prefieres, permanezco así vestida-señaló su ropa interior con malicia. A parte de Virgile y Evan, Matthew era el único capaz de entender que tal y como estaba la muchacha, no era normal ni decente que permaneciera mostrando aquellos pantaloncitos abombados. La puerta se abrió de par en par. Virgile jadeaba, alarmado.
-La reina viene hacia aquí-intentando recobrar el aliento, se estiró sobre la cama. Katherine enrojeció de vergüenza e ira.
-¡SALID PITANDO!-gritó, alterada. Los niños, sin entender bien porqué, obedecieron sin más. Quizás influyó el estado de nervios que reflejaban Virgile y la princesa. Los pequeñajos saltaron por la ventana apresuradamente.
-¿Nos vemos mañana?-dijo ella, esperanzada. Myron, colgado de la espalda de su primo, respondió a su pregunta con un cabeceo, mientras se perdían todos entre los arbustos.
-Yo también debería irme- masculló Virgile, intentando levantarse de la cama. El pomo de la puerta cedió y giró lentamente. Ambos jóvenes empezaron a temblar.
-¡Madre!-exclamó Katherine, agachando la cabeza, logrando que su trenza dorada rozara el suelo con el gesto. Virgile imitó a su amiga, al susurro de “Majestad”. La reina era una elfa muy peculiar. Rubia hasta emular el color del trigo, su aviesa y purpúrea mirada era capaz de sacarle las entrañas a quien se propusiera. Y así se sentían los dos jóvenes. Como si la reina los estuviera desgarrando por dentro y se hiciera un festín con sus entrañas. La grácil figura de la mujer avanzó unos pasos, seguidos de la azulada cabellera y el rostro frío y calmado del príncipe Zéphir. Los ojos amarillentos de él chocaron con los verdes de su hermana menor, dándole a entender que la venganza también le gustaba. Por lo visto, Labelle le había sermoneado a base de bien.
-Huele a pobres-dijo la reina, olisqueando el aire. Katherine chasqueó la lengua con desdén. Pero no dijo nada-Te escapaste de clase, jovencita-dejó caer con tono casual. Virgile se estremeció. Conocía ese tono de sobras. La princesa iba a pagar caro querer ser libre por unos minutos.

1 comentario:

  1. Qué miedo da la reinaa xDD y Kath que graciosa (todavía en paños menores ) xDD y los demás impresionados skee... tdoo molaa juu >,< kieroo leer más

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